Un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de California ha destacado cómo la dieta cetogénica puede tener un impacto significativo en el control de las convulsiones en niños que sufren de epilepsia, especialmente en aquellos que no responden a los medicamentos anticonvulsivos convencionales.
Según la investigación realizada en la Universidad de California (UCLA) y publicada en la revista Cell Reports, se ha descubierto que esta dieta, caracterizada por su alto contenido en grasas y bajo en carbohidratos, produce cambios en el microbioma intestinal humano, que alberga miles de millones de bacterias y otros microorganismos en el tracto digestivo, y estos cambios pueden proporcionar una protección contra las convulsiones en ratones.
El entendimiento de cómo la alimentación afecta la función del microbioma podría abrir nuevas vías para el desarrollo de tratamientos que aprovechen estos cambios beneficiosos, al mismo tiempo que evitan los desafíos y efectos secundarios asociados con la dieta cetogénica.
Aunque la dieta cetogénica no se recomienda como primera opción para controlar las convulsiones debido a sus exigentes requisitos y posibles efectos secundarios, se está investigando su potencial como una alternativa eficaz para aproximadamente un tercio de las personas que padecen epilepsia refractaria y no responden a los medicamentos anticonvulsivos convencionales.
En un estudio previo realizado por el mismo laboratorio de la Universidad de California, se encontró que los ratones que seguían una dieta cetogénica tenían menos convulsiones en comparación con aquellos que seguían una dieta estándar, en un modelo de ratón diseñado para simular la epilepsia.
Investigación
Para profundizar en la investigación, se analizó cómo la dieta cetogénica afecta de manera beneficiosa al microbioma intestinal en niños que inician este tratamiento para la epilepsia. Para ello, se trasplantaron muestras fecales de pacientes pediátricos con epilepsia que estaban siguiendo la dieta a ratones, con el objetivo de evaluar si el microbioma intestinal de estos pacientes podría proteger a los ratones contra las convulsiones.
Las muestras fecales se recolectaron de 10 pacientes pediátricos que no respondieron a los medicamentos anticonvulsivos y que luego fueron tratados con una dieta cetogénica, tanto antes de iniciar la dieta como después de un mes siguiéndola. Se descubrió que los ratones que recibieron trasplantes fecales de pacientes que llevaban un mes con la dieta eran más resistentes a las convulsiones que aquellos que recibieron trasplantes fecales de antes de la dieta cetogénica.
Es importante destacar que la dieta cetogénica también se asoció con cambios significativos en las funciones clave del microbioma intestinal en los pacientes pediátricos, relacionados con la oxidación de los ácidos grasos y el metabolismo de los aminoácidos. Estas modificaciones se mantuvieron cuando las muestras fecales se trasplantaron a los ratones.
Aunque se necesita más investigación, este hallazgo es prometedor en la búsqueda de nuevas terapias basadas en el microbioma para niños con epilepsia refractaria que no responden a los tratamientos convencionales. Esto podría abrir el camino hacia nuevas formas de mejorar la efectividad de la dieta cetogénica o de replicar sus efectos beneficiosos.